UN escrutinio, un continuo escrutinio es la literatura. Detrás de las vidas apocadas y restringidas a la soledad, puede que brote
una luminosa y perpetua manera de decir que perdurará como un alud de auroras. De
esa luz, mientras estemos vivos, solo notaremos un reflejo, una insinuación, un
enigmático anhelo de pervivencia, un leve soplo que respira dentro, muy dentro, donde nunca antes nos habíamos habitado.
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EN Venecia, con Henri Régnier. Desde su altana, contemplando
los tejados acuáticos de la ciudad. Toda ella es un dédalo, un recogimiento de
una templanza móvil. Es la ciudad de la continua transformación y la continua
permanencia. Ella es ella misma siempre y toda, pero siempre cambiante,
transformando su figura y elevando nuestro paso en la tierra.