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Y ese tiempo es en el que debe incardinarse la obra: un tiempo de intuiciones, sin experiencias previas, del que nadie sabe su morfología, tan solo su ilimitado cauce. Rompió mi alma con oro, escribió JRJ. Ese oro, ese áureo encuentro poético que escribe el poeta como de un estallido silencioso es un rompimiento hacia la luz, que es tiempo, el tiempo para el que debe escribir el poeta verdadero.