RETENIDO por un verso de Garcilaso, pretendo concentrarme en
la lectura. Junto a la biografía de Caravaggio, manuscritos, María Zambrano,
Unamuno y A. Colinas. Estudio en el sótano desde hace un año. Está ocupado por
una parte de la biblioteca, dos sofás, una mesa de grandes dimensiones y algunos
chismes almacenados como restos de la batalla. Una mesa supletoria sostiene
algunos diccionarios predilectos.
En este sitio, la música lo invade todo como un sofoco
repentino. Su eco, su eco interminable produce una extrañeza a quien escucha,
estos días, a Corelli y luego a Vivaldi.
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LA mañana. Silencio. Soledad... la plenitud indudable.