martes, 5 de febrero de 2013

ES quizás el ruido del mundo que vive por de dentro. 

La vida pasa por el alma, pero, para ese ascenso, el hombre debe hundirse primero en su origen. 

Esta acción soporta un ascenso a la soledad plena.

C.G.Jung anuncia en su desconcertante y maravilloso Libro rojo que no es el yo el que sustancia el alma sino que es el alma la que sustancia al yo. Por eso, cuando el anhelo de ser se repliega sobre uno mismo  puede convocarse el encuentro con el alma misma: ahí sucede un cataclismo para el individuo. 

La poesía hace comprensible lo no comprensible. 


El propio Jung lo advirtió, "quien mira desde lo interior sabe que todo es nuevo". Así, para poder mirar desde el interior debe uno conducir toda su consciencia a lo interno, al silencio sonoro, en la soledad amena y ser allí sin ser nada.