viernes, 8 de febrero de 2013

QUIEN mejor nos conoce debería no conocernos de nada. Ser un misterio estético para todos, un ser cifrado en lo imprevisible, que se acoge a las fórmulas estéticas. Ser un ser estético colmado de ensueños. Todos los yoes que deambulan por el mundo son creaciones: la esencia es silenciosa e invisible. 

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Es inefable la descripción de nuestro ser individual.  

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Me encuentro en el punto en que ya no sé qué es el tiempo, ya no sé más que vivir en el sueño,  en el laberinto profundo de un sueño.