ACUDO al cuaderno en blanco, al que compramos en Ancona, en Italia, el de la marca Cartilia. En la portada y en la contraportada aparece Proporzioni dell´uomo secondo lo schema vitruviano. Escribo, corrijo; vuelvo a trenzar dos, tres, cuatro líneas, vuelvo a corregir y a borrar. Pienso en la plácida tarde en Estella, tan azul y tan violentamente pura. Retomo el verbo, pero con lentitud. Me aparto del cuaderno. Reviso los últimos poemas: los leo en voz alta. Dejo el bolígrafo en la mesa. Me vuelvo a la silla, levanto los pies, los coloco en la mesita pequeña y comienzo a leer a Cervantes.