martes, 7 de agosto de 2012

BORGES, para narrar "el inefable centro" de su relato, hizo (con consciencia o no de ello) una expansión del episodio de Don Quijote en la Cueva de Montesinos. El personaje, toda vez que va a narrar el suceso, esto es, que va a narrar qué vio cuando vio el Aleph, dice: "Cerré los ojos, los abrí. Entonces vi el Aleph". In ictu oculi, sin cadencias intermedias, del sueño a la realidad, de la luz a la noche cuando los sentidos son superados por el misterio. Diría, incluso, que Borges resume con excelencia la obra de Dante en esos enunciados, pues todo lector de la Commedia termina con los ojos turbados, confusos, restallantes de belleza y reminiscencias. Todo esto no es más que una confirmación, la Literatura es una y es multiforme.

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ESCRIBE J.S.M. al final de Teoría de las inclinaciones: "va llegando un matiz por la ventana". Eso mismo he dicho esta mañana en Cádiz, cuando E. estaba tomando del pecho de la madre sentada en la Plaza de Mina justo debajo de la casa en que nació Manuel de Falla. Me alejé de la escena con la cámara de fotos y realicé una foto de la estampa. Me gustaría que E., pasados los años, advirtiera un matiz en el aire atlántico de las ventanas abiertas al sur.

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CON Leopardi en el entrañable poema titulado Il passero solitario:
"che di quest´anni miei? che di me stesso?