martes, 14 de agosto de 2012


STEINER habla de milagro para referirse a la proliferación del pensamiento y de la poesía griegos. En el nacimiento de esta época, la poesía ocupa un lugar preponderante, sobre todo, es trascendental la importancia que posee en los fragmentos de Parménides, ejemplo únicos de que el penamiento se declina por los derroteros de las razones luminosas. Esta indicación de Steiner me alegra sobremanera y se la comento a M.C.con entusiasmo mientras el umbral de E. nos acogia a los dos. Fue, cierto,  la creativida del pensamiento y de la poesía en la Grecia continental, Asia Menor y Sicilia tan insuperable que el resto parece, en palabras de Steiner, “notas a pie de página”. Por lo tanto, si las épocas posteriores fueron minucias, los tiempos actuales pertenece a un lapso, precindible, yermo, de la historia de la grandeza occidental. De nuevo los griegos vuelven a explicar alos hombres de hoy.  

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LA poesía como la convención más cercana a la música y más esencial. Estos asertos de Steiner que vinculan el nacimiento de la poesía consustancialmente con la música me reconfortan, pues encuentro en ellos un eco a mis pensamientos. Llega a firmar Steiner que “la prosa es totalmente permeable al desaliño y las corrupciones del mundo real”. Esto es así ya que “la poesía ejercita, nutre la memoria como no hace la prosa”.
La poesía es canto dador de un mundo que no razona como el mundo prosístico, un reino en que las conexiones que pueden establecerse pertenecen a gramáticas mayestáticas y de difícil raciocinio para el hombre. El propio Steiner sucumbe al fin y afirma “un buen poema comunica el postulado de un nuevo comienzo, la vita nuova de lo inaudito”. Al leer muchos de los fragmentos de La poesía del pensamiento no he podido dejar de pensar en María Zambrano y, de continuo, en la grandeza de su pensamiento, de sus libros siempre asediados, en este país, por infames turbas de mediocres y prosetas 
Entiendo que solo los que llegan a la tierra nutricia de la poesía podrán continuar con los frutos; solo los que hacen habitar sus días en ese centro establecido de música y poesía podrá, al menos, percibir el resplandor de una nueva forma de decir. Si la palabra es el elemento humano por antonomasia, la poesía eleva sus mecanismos hasta emparentarla con la música y la profundidad del pensamiento.