EL designio del ser para los mortales está repleto de sinrazones y de dolor. Un dolor profundo que recorre, a contracorriente, las escenas de la realidad. Es un dolor profundo pero gozoso al mismo tiempo, que contrae las creencias del individuo y las repliega devolviéndoles el valor de la propia vida.
El dolor es ético y de la misma forma se despliega en los estético: el dolor de la creación y su posterior contemplación. Así, el artista que na surgido de la verdadera voluntad, no puede desgajar lo ético de lo estético, son el haz y e envés de la msma realidad. El propio Pablo d´Ors escribe: "no correr, sino parar; no esforzarse, sino abandonarse; no ponerse metas, sino simplemente estar ahí".
El estar no es un principio ni un fin sino una sucesión sin límites.
El acto de estar en el mundo es un dolorido gozo del ser.