HOY, con el Poema, de Parménides, y es suficiente: “Mira pues lo que, aun ausente, está firmemente presente al entender”.
Y con Parménides podré declarar abiertamente, ayudado de su creación: “todo está a un tiempo lleno de luz y noche invisible, de ambas por igual, puesto que nada hay que no sea parte de una o de la otra”.
Es así como sitúo la vivencia en la luminosidad, como una paradójica estancia de la noche invisible. La fontana clara de donde la palabra brota es la naturaleza y la naturaleza vive demediada entre la oscuridad de sus raíces, de su génesis, y lo numinoso de sus ramajes. Pero, ay, cuán débiles son los ramajes a la intemperie y qué portentosas las raíces ocultas a las inclemencias. En eso como en todo, oculto decir, pensar, debatirse en lo profundo a los ojos, a escondidas, ajenamente al mundo de los corifeos.
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NUESTRAS palabras no serán más que fragmentarias estancias pasajeras de no se sabe qué vida.