EL otoño comienza a posarse en la piel de los árboles y a
refrescar el terruño. Esta noche de insomnio y desvelos, estuve leyendo a
Kavafis. En un poema titulado Contemple tanto leemos:
"Contemplé tanto la belleza
que mi visión le pertenece" [...]
Son poemas transidos de una delicada apreciación sobre personajes históricos y ficticios del mundo heleno en su mayoría. Sin embargo, no hay en los poemas esa erudición y socarronería de otros poetas que tratan de ligarse al mundo antiguo mostrando más sus conocimientos y aparentes juegos eruditos que la esencia del mismo. Qué si no muestra este breve pero enorme poema titulado "Fui":
Nada me retuvo. Me liberé y fui.
Hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
a través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
como solo los audaces beben el placer.
La "realidad" y el "ser", la "noche iluminada", el "vino fuerte", el "placer"...palabras todas simbólicas que entroncan con la tradición más antigua y, al tiempo, con la recuperación más moderna. El canto de Kavafis, en estos poemas cuyo tejido semántico se enrosca, se eleva y se evade pues pretende volver al origen que tanto amo y tanto anhelo.