miércoles, 10 de octubre de 2012

LA vida de un hombre pasará inadvertida al resto de los hombres. Será como un poema escrito en una hoja suelta, apilada en un cuaderno de tapas invisibles. Paseo en la mañana y pienso en todo ello, en lo perecedero, en lo fugaz, en los sucesivo, como la verdadera esencia de nuestras vidas. No cabe la reflexión, pues somos eso mismo, esa misma condición que se piensa triunfante ante la vida. Solo podemos explorar esa sustancia inadvertida a los ojos, aunque la mañana y la noche vengan a confundirnos. Somos noche perpetua, sombra aletargada, insonoro sentir de un individuo. 

*** 
RECUERDA C.A.M. el lieder que Goethe escribió para Schubert, "Canción nocturna del caminante". Solo puedo responder con algunos versos que ese poema me ha incitado a escribir después de algunos meses. Son apuntes, remiendos, retales, pero ¿qué poema no termina siendo un esbozo de otro poema que jamás escribiremos más que en el sueño de la noche?


UNA calma, en el centro
del bosque. Las colinas
y el canto de los pájaros.
Los cadenciosos vuelos
de la tierra silente. 
Tú mismo, con la noche,
caminando en un sueño
de versos incumplidos.