SIN ser prolijo, ofrezco unas palabras sobre C.A.M., sobre de su vertiente como poeta y escritor. Para ello, utilizo, enredadas en el discurso, unas palabras de Píndaro, de Platón y de Montaigne. Cuando terminó su exposición sobre A.C., estuvimos hablando durante un tiempo sobre literatura. Mencionó a Virgilio y a Dante. En ese diálogo me dijo que nunca nadie había dicho nada de Platón y la doxa siendo el congreso sobre heterodoxos. Le hablo del Menón, del Teeteto y de la República. Termino con la sentencia de Montaigne: Fortis imaginatio generat casum. Le repito que la literatura es un acontecimiento del ser.
Recojo mi cuaderno, comienza la algarabía de allegados, de firmas, de falsos paseando por delante del personaje, de felicitaciones igualmente impostadas de muchos asistentes. Voy quedando al margen, en ese deseoso margen de silencios y verdades. Me voy perdiendo entre la multitud, casi no me despido, me voy haciendo invisible hasta que desaparezco mientras susurro la sentencia de Montaigne entre el griterío.