A POCO que uno va adentrándose en una obra artística, va poseyéndolo la consciencia de su insuficiencia para abarcar la Belleza. Quiero decir que el impedimento para que se produzca la comunión entre las formas y las sensibilidades está en el hombre. La materia artística, ya desgajada de su creador, toma la dimensión a la que no podemos acceder sin más. Por este motivo, el creador ya no se reconoce en ella, nada en ella le pertenece, ni nada de ella refleja algo de lo que fue. Ser algo en nada es pertenecer al todo de la contemplación.