Allí, allí, con lo nunca nombrado
y quedará sin nombre;
[...]
Desde que me regalaron los actos de templanza he comenzado a escribir poemas lentamente. Vienen como del rayo, a fogonazos limpios, imprecisos, pero cerrados. Una página, un arranque, versos sueltos. La templanza en sí, el canto de la semilla.