jueves, 31 de enero de 2013

LA tarde me deja al encuentro de Antonio Machado. Hacía bastantes meses que no volvía a la salmodia de sus versos. Hoy, espigando entre algunos poemas, me encuentro con subrayados antiguos que se vuelven nuevos, con palabras escritas en los márgenes que parecían estar burilando una fervorosa lectura. Releo expresiones que, en su momento, formaron parte de la lectura atenta y consciente; por ejemplo, habla el poeta, en "La Noria", de un poeta, metonimia de un corazón maduro cuyos atributos son  "de sombra y ciencia". 

De sombra y ciencia es la condición del ser humano, esto es, la confluencia de las sombras y de la ciencia en el hombre lo hace mortal.  


Por otro lado, leo en "Nuevas Canciones" un poema conocido, pero que hoy se ha sumado a algunas convicciones estéticas y éticas con su nítida voz: 

No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial. 


No he podido más que excitarme al leer estos versos después de la reciente lectura de J.R.J.. Escribe A. Machado en "Arte Poética":

[...]
Roto en tu espejo tu mejor idilio,
y vuelto ya de espaldas a la vida,
ha de ser tu oración de la mañana:
¡Oh para ser ahorcado hermoso día!


Cierro el libro con la emoción de la lectura y el regocijo de la memoria. Una memoria henchida de lagunas y de albos recuerdos del que voy siendo. El último poema que leo del poeta es el siguiente:

"Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida todo lo demás;
muchas son las lagunas de mi memoria".