HOY, E. me ha comentado que ha estado con A. a la sombra de una encina. ¿Qué hacíais?, le pegunté. Nada, respondió. Dialogábamos. Me ha dicho que le gusta los ojillos menudos de A. y que tiene unas manos redondeadas. Su piel, como la mía, -me ha repetido-, es un jeroglífico de ensueños. A. E. ...
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HOY el mundo es un completo Idilio.
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¿J.R.J. un aburrido, melancólico? Creo que era un divertidísimo señor con el que me hubiera reído mucho. Lo que sucede es que los que se acercaban a él, -siempre puclro de condescendencias a la impureza-, notaban que el personaje los obviaba. Era la verdad toda irrenunciable.
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Mudó la tarde de color las cosas
y todo fue distinto [...]
Escribe J.R.J. Lo he leído esta mañana, cargado de emoción. La mañana transmutó sus tonos mientras la niebla se evadía hacia no se sabe qué certeza. Todo había mudado la color y fue distinto. Yo fui otro, mas fui más yo que nunca antes. Todo mudó: la mañana, la tarde, el color de las cosas que dictan las figuras a los ojos. Era ya sin ojos y sin figura. Sustancia plena. Merodeba en un centro que solo aroma su cuerpo con la verdad y la certeza. era una isla entonces, una isla desierta nimbada de idilios. Allí, siempre.