domingo, 31 de marzo de 2013

DESDE ayer leo Lecturas para minutos de Hermann Hesse. Tras cada lectura necesito volver a reconstruir mis ánimos, por asombro y porque acabo desnudo de espíritu. Tanta lucidez y, al tiempo, tanta claridad negro sobre blanco me abruma: "El oficio de poeta es sagrado y lleno de renuncias, y no permite desviarse de lo trágico a lo social". 
Leer este pequeño fragmento me ha reconfortado sobremanera, pues en no pocas ocasiones he utilizado esos términos para referirme a la relación entre el individuo y la sociedad, entre el poeta y lo social. 

Sin embargo, hay un pasaje que versa sobre la soledad del artista que lo he subrayado en el libro por entero y hasta el hastazgo. El texto es el siguiente y es una lección profunda de la condición del poeta. Me he acordado de J.S.M. cuando lo he repasado y reescrito, también de Pessoa, pero, sobre todo, de Rilke: 

"La soledad del artista, y en general la del hombre de talento, me parece inevitable, lo mismo si tiene suerte y éxito como si no. Igual de comprensible y, en el fondo, igual de bien me parece que la persona dotada de talento note, antes o después, la vacía y triste limitación del hombe medio, y tenga que rechazar esa observación, porque al final le llevaría a una falta de amor y a un desprecio de los seres humanos que él tampoco soportaría. Pero la gran soledad, a veces heladora, del artista o del pensador  en medio del hombre adocenado, oculta o no, está siempre presente, es el precio que pagamos por lo que poseemos de más". 


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Entre un fragmento y otro intercalo los textos de Siguiendo mi camino, de M. W. Siguen motivándome los pasajes en que el autor de Libro de réquiems lo hace desde la plenitud de su voz, es decir, cuando escribe desde su propia condición de ciudadano europeo. En esas añoranzas encuentro muchos resquicios por los que ir pergeñando una propia teoría del poeta contemporáeno, del joven escritor que comienza su camino. Nunca un determinante estuvo tan ajustado a la realidad, pues, para un escritor o un poeta o cualesquiera de las condiciones del creador, lo fundamental es la personalidad creadora. Sin esa condición y esa consciencia, sin la manifestación de la propia e individual creación armonizada en lo universal, todo arte es yermo, efímero, mutación perecedera. Afirma Mauricio Wiesenthal: "Creo que la poesía comienza siempre en la periferia de la realidad y en las fronteras de la música donde se difuminan sus perfiles. Las palabras deben adquirir un significado nuev en cada poeta, de forma que provengan  de un léxico interior: un lenagujae tan íntimo que parece inaudito y eterno".   

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Antes de que la noche irrumpa con su luz, leo con Hesse:

"Para el poeta, el lenguaje no es función y medio  de expresión, sino sustancia sagrada. como lo son los sonidos para el músico".