lunes, 25 de marzo de 2013

PASAREMOS unos días en Portugal, cercados de naturaleza y de bien. Nos iremos los tres y ultimamos, en estas horas, los preparativos. M.C. pregunta qué libros vamos a llevarnos y lo hace como si estuviera planteando la última encrucijada de esa cuestión. Ante su pregunta, le contesto con otra duda más peliguada y quizás más difícil de solucionar, libros para unos días o para siempre. Tengo la impresión de que ella había verbalizado la pregunta llevada pr los ánimos del placer de leer, de escoger este y no aquel libro, de ejercer, por unos minutos, de tiranuela de la biblioteca. 

Con todo, pensamos en los autores que son la Literatura y que ni siquiera voy a rescrbir en este diario, pues han aparecido y lo seguirán haciendo de continuo. Ella mira un ejemplar y otro, guarda en el bolso poemas, historias, relatos, novelas, ensayos, ...una amalgama de estéticas vertidas por una sola mano que me apabulla y completa de felicidad. Ser lector de un reino protegido y habitar las páginas de ese territorio.

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Tramando una novela o un relato largo. Tomo notas, pienso en la estructura y en los autores admirados; en la prosa misma que debe uno emplear y en las llamadas historias que laminen la novela o el relato largo Su extensión quedará sujeta a su propia naturaleza, su fisonomía es un enigma para mí. 

Necesitaba el estímulo del recorrido mantenido por la prosa. Comienzo y renuncio, tanteo y escribo. Es otra disciplina, otro abismo en que tan solo he puesto los dedos de los pies, pero en el que atisbo que sin emcoicón y fervor y naturalidad nada vencrá a ser verdadero, tan solo fría técnica, palabras superpuestas e innecesarias. La novela no debe colmar un yo en que trate de reflejarse los métodos del artesano, antes al contrario, como en toda literatura, el autor debe quedar en su estilo, en el convencimiento estético del mundo verbalizado. Para ello la artesanía deberá quedar velada por el afán de belleza. 

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Aprendo de todos y de todos escucho. En los actos de los demás proyecto los propios y los pienso y los reflexiono, sobre todo aquellos que están ligados a la ética-estetica. Escribo y pegunto para anotar en el espíritu las reminiscencias de lo vivido. 
Es un tiempo de encrucijadas, de proufundas confusiones y de tremebundas falsedades. Vivir sin estar viviendo, pero co la raíces bien sujetas a pesar del viento sucedáneo de tanta falsedad en la literatura. Es a la literatura a quien debemos respnder no a los que se piensan literatos. Siguiendo mi camino, me digo en susurro, siguiendo mi camino, con M.W. Lo hago mientras leo la carta de "Lord Chandos", de Hoffmansthal, y abriendo mi alma y mi humildad plenamente a la literatura verdadera, pura, esencial, en la que uno es nada, en la que uno es nadie.