lunes, 11 de marzo de 2013

TODA expresión de suprema belleza es un divino centro que engendra infinitos círculos”. Sí, es un texto de Valle-Inclán perteneciente a uno de los libros más luminosos que uno puede leer de la literatura española y al que poco o nada se dedican los que deben hacerlo, los que deben sonsacar de la maleza las luces de la palabra literaria. La lámpara maravillosa alumbra esta tarde yerma de cromátcias estampas con sus escultóricas frases y sus edificaciones esenciales; ejercicios espirituales, se subtitula y con ellos ejerzo el mío propio, dejandolo ir de aquí a acullá de la palabra poética. 

El centro, es el centro indudable rodeado, cómo no, de círculos, circunferencias y circunloquios con los que la palabra merodea a su alrededor; la palabra y la consciencia del lector y del escritor.Porque pertenece a otro mecanismo lo poético, Valle-Inclán escribe con delicia lo siguiente: 

 “El verbo de los poetas, como el de los santos, no requiere descifrarse por gramática para mover las almas. Su esencia es el milagro musical.”


El autor de Luces de Bohemia sutiliza dos acciones fundamentales: la meditación y la contemplación, para orillar a un espcaio inadvertido para el creador, a saber: "El Alma Creadora está fuera del tiempo, de su misma esencia son los atributos, y uno es la Belleza". 
En ese espacio opaco para el ser hasta que lo desvela la consciencia es en el que la "lámpara" comienza a alumbrar. ¿Recuerda la antorcha, la lumbre con la que uno baja? En palabras del autor: 
"La lámpara que se enciende para conocerla es la misma que se enciende para conocer a Dios: La Contemplación. Y así como es máxima en la mística teológica que ha de ser primero la experiencia y luego la teoría, máxima ha de ser para la doctrina estética amar todas las cosas en una comunión gozosa, y luego inquirir la razón y la norma de su esencia bella". 

 Nada de esto tiene vínculo con la erudición, con lo que Montaigne desestimaba en defensa del conocer, del conocimiento puro de la esencia. Prosigue Valle-Inclán y con él diluyo mi verbo en estas notas sueltas de invierno:

"Pero siempre del significado sensitivo del mundo, como acontece con la conciencia mística, se les alcanzará más a los humildes que a los doctos, aun cuando estos pueden también entrever alguna luz, si no se buscan a sí mismos ni hacen caso de su artificiosa sabiduría.