sábado, 18 de enero de 2014

EL desasosiego es la consecuencia de las contemplaciones. Uno comienza a ahondar en sí mismo, a replegarse como un gusano en metamorfosis para tratar de desplegar unas alas, inmensos alientos del alma. El cuerpo, la cabeza, las extremidades se hacen de otra materia, de la misma materia, con forma dispar. 
Así la literatura, la palabra bella, justa y verdadera. Una verdadera consolación ética para el mortal es lo que propone el verbo, en su principio de razón y de luminosa esencia. Del dolor y la razón. El  encuentro entre el dolor y la razón como epítomes de la condición humana. Finitud y trascendencia. 

Solo el mortal que contempla el final de sí mismo, que atisba el límite, lo trasciende con la razón.