martes, 21 de enero de 2014

"TAMBIÉN vosotros soñáis con vuestro origen, ¡oh moradores de la tierra!", exclama filosofía al poeta. Metáfora de los dioses presocráticos, Boecio condensa en Filosofía la causa y el origen en una combinación estética portentosa. Prosigue ella misma: "Medita, pues, si los hombres pueden alcanzar el objetivo que buscan por los medios con los medios con que pretenden conseguir la felicidad". Advertencias, apóstrofes de una evidencia superior y tan necesaria para el hombre actual. No hay en Boecio la consolación tal cual sino la necesaria virtud de entender al hombre fuera de sus propios lastres. Leamos: "¿Cómo no concluir que es falsa y engañosa la apariencia de felicidad que transmiten?". 


Hoy es Anton Bruckner el que aroma la mañana. Anoche terminé de leer el relato de Thomas Mann, "Tonio Kröger". Tenía anotaciones en los márgenes que mostraban mi torpe lectura de hace años. Son el rastro de uno de los individuos que he sido y es una huella sospechosa, ¿tanto como la de ahora? Probablemente, el continuo no nos permita la contemplación en su totalidad. 

Uno, dos, tres versos en el papel. Nada más.