domingo, 25 de marzo de 2012

HAY una veladura que se discierne con la aurora. En la amanecida del sueño y la consciencia, la palabra es fértil conocimiento.

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EL silencio es una franja del origen que habita en nosotros. El poeta está deseoso de vivir ese territorio velado a los ojos y a todos los sentidos. Como Orfeo, pretende tañer su instrumento, la palabra, pero para ello deberá impregnarlo de la sustancia musical. Así, si la palabra es verdadera y pura y musical trascenderá lo vedado y otorgará conocimiento: una cosmogonía; si es yerma y superficial, caerá en la espiral de los olvidos inmediatos y perpetuos.