***
La tristeza que ofrece la consciencia del impedimento. Tristeza infinita. Tristeza del aire y de la tierra.
***
INVADIDO por un afán y anhelo de lo invisible e impalpable,
medito en estos días más que escribo. Llegó el silencio con su manto de
prodigios y la palabra enmudece en su cuerpo caoba. Mis ojos, mis ojos ajados de melancolía y un rictus demediado ofrece mi rostro. Extrañeza cercana a la exasperación. Incluso una fátiga y un ardor de impotencia.
¿Dónde soy, en estos días, dónde habito sin conocimiento? ¿Qué extraño aire azota mi cuerpo y me descompone en la tierra? ¿Qué debo decir y cómo?