SIN sorpresas, compruebo que JRJ había leído a Petrarca. Al menos, esa es la conclusión a la que llego después de releer algunas páginas de Petrarca. Eso me alegra y me aviva a seguir leyendo Triumphi. Es más, hay una declaración de JRJ, en La Alameda verde, que coincide con un verso de Petrarca en Triumphus eternitatis.
En cuanto leí el verso de Petrarca pensé en JRJ y ello me condujo a una certeza, a esa certeza que advierte el poeta italiano que nunca debe ser abandonada por efímera y fugaz y confusa que nos parezca. La misma certeza que jamás abandonó JRJ y que hace que, sin hormas del Tiempo, los dos dialoguen en la corriente eterna en que no existen las estridencias.