DICE A.C. que J.R.J. es uno de los poetas que mejor ha aguantado el paso de los años. Podríamos decir que los años, en la poesía verdadera, no tienen cabida, pues el orden de la poesía supera el pensamiento articulado y las tabulaciones generacionales. Es tiempo eterno, permamente, por eso habla a todos los hombres; es tiempo diáfano, el que no incluye los humos, ni las vanidades. El resto del aparato crítico, tomado por mercaderes y saqueadores, lo negará siempre o, si lo admiten en sus preferencias, será para decir cuánto deben sus libros al poeta. Este viaje, del ego a las influencias, es un indicio claro del reino ególtara de los poetas. ¿Cuántas veces no hemos escuchado en boca de los pseudopoetas, "este libro le debe mucho a Machado y este otro a Lorca", cuando, en los versos, lo que suena es una música de organillo viejo, de aguachirle, de sonsonete avejentado? ¡Qué triste y mísera, ay, la vida del humo!