LEO unos versos de Pedro de Espinosa y otros tantos de Francisco de Rioja, sobre todo esa silva prodigiosa de rosas y de edades. Hay en esos versos una inclinación ética ante lo poético que me atrae y quiero escribir esta placidez y esta claridad, la natural dicción de la palabra poética que tanto anhelo.
LEO algunos pasajes de Sobre la música, de T. Adorno, y compruebo que tenía subrayado esas líneas en que Adorno considera la música de Mozart y de Beethoven como la música de la plenitud de lo humano. Toda la tarde meditando los estudios de Adorno, la "nueva música", el quiebro del espíritu europeo que, bien pensado, Zweig nos ha dejado en sus libros y Mauricio Wiesenthal nos recuerda con la voz de las golondrinas.
LEO otros pasajes de Boecio, Sobre el fundamento de la música. Es un libro centrado en el hombre, en la diposición aritmética del espíritu del hombre. Después, vuelvo, otra vez, a La consolación de la filsofía: "Todo el género humano surge de un mismo orgien".