ERAN las cinco de la madrugada. Me desperté asfixiado. Me levanté de la cama con suma delicadeza, pues no quería despertar a M.C. ni a E. Mi respiración entrecortada y cargada de silbos y ecos acompañaba en la calorina de la noche. Entonces, decidí que era un buen momento para trabajar, mientras exploraba los rincones de la noche, en el poema que tiene a Pompeya como elemento axial.
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FRENTE a la poesía, el poeta podría decir: soy el extraño que habla tu lengua.
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NADA se quiebra donde nace la palabra poética.
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"NATURALEZA es sólo un alfabeto de la lengua poética. Pero, ¿hay otro mejor? Lo natural suele ser en poesía lo bien dicho, y en general, la solución más elegante del problema de la expresión. Quod elixum est ne assato, dice un proverbio pitagórico; y alguien, con más ambiciosa exactitud, dijo algún día: No le toques ya más
que así es la rosa".
Esto escribe Machado, en Juan de Mairena, sobre el encanto inefable, sustancial de la poesía, en un pasaje que defiende la naturalidad en la poesía. Cuánta gracia machadiana en esto, como en todo, pues, unos pasajes antes, también podemos leer unas enigmáticas líneas que dictan así: "El marxismo, señore, es una interprtación judaica de la Historia. El marxismo, sin embargo, ahorcará a los banqueros y perseguirá a los judíos. ¿Para despistar?"
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M. Zambrano y Antonio Machado me han llevado estos días a algunas páginas de Ortega y Gasset, concretamente a la distinción entre las ideas y las creencias. Estas indagaciones estaban recogidas en el primer capítulo de una obra inconclusa titulada, nada más y nada menos, que Aurora de la razón histórica, aunque luego terminó por principiar el libro, publicado en 1940, Ideas y creencias. En ese capítulo, Ortega dirime entre las ideas y las creencias y así lo recoge Machado en boca de Juan de Mairena. Son ideas que pueden instalarse perfectamente para comprender, desde una perspectiva diferente, lo poético: "[...] decimos tenemos estas o las otras ideas; pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos. Las ideas se tienen; en la creencias se está". Entiendo lo poético exactamente tal y como Ortega define el estado de ser en la creencia. La poesía es vivida, somos en ella, no es algo ajeno a la propia vida. Qué gracia y virtud la de Machado, en esto como en todo.