"En arte, lo subjetivo y lo objetivo se entrelazan hasta el punto de no ser posible distinguir uno de otro. Lo subjetivo surge de lo objetivo, adquiere su carácter y viceversa. Lo subjetivo se formaliza en objetividad y vuelve a adquirir espontaneidad, "dinamismo", como decimos, por obra del genio". Estas líneas pertenecen a uno de los pasajes mágicos y prodigiosos de un libro predilecto, Doktor Faustus, de Thoman Mann; y ejecuta, con tanta precisión y belleza, lo que trataba de escribir esta noche, que he querido dejar el discurso, en limpio, para tan solo concertar con él, que es templarse con el arte y el mundo.