ESTE verano me acompaña, a cada paso, en los instantes en que puedo gozar un rato de asueto, Juan de Mairena, de Antonio Machado. Ha sido y es un libro fundamental que, desde hace unos meses, y como todos los libros luminosos, ha vuelto de nuevo a convertirse en referencia continua. Lee uno en esas páginas a un filósofo y a un poeta, por momentos a un pensador y siempre a un escritor de palabra diáfana y profunda. Templada, con el sosiego de sus creaciones, la palabra de este libro es, como afirma María Zambrano, una estación azul de la humanidad.
Hoy, por ejemplo, termino por subrayar un pasaje que no dejo de leer, pues es tan lúcido y tan actual, tan intrincado y simbólico:"En verdad, lo poético es ver, y como toda visión requiere distancia, solo hemos de perdonar al poeta atento a lo que viene y a lo que se va, que no vea casi nunca lo que pasa, las imágenes que le azotan los ojos y que nosotros quisiéramos coger con las manos.
Es el viento en los ojos de Homero, la mar multisonora en sus oídos, lo que nosotros llamamos actualidad".
Algunos pseudopoetas jamás sentirán el viento, ni la mar multisonora de la realidad; no escucharán dentro de sí la voz de Homero, ni de Dante, ni podrán extraer de ellas la simiente enterrada, la fértil y velada realidad a los ojos.