ACABO de leer que el poeta J..A.V.
llevaba un diario anónimo y que se ha preparado una edición del mismo. Ahora
parece que el diario se va a convertir en uno de los documentos más valiosos de
su obra y estoy seguro de que muchos saldrán a elogiarlo y a decir sus
virtudes. He podido leer algunas páginas que se han adelantado en un suplemento
cultural, ciertamente es un diario.
La armonía encerrada en la
escritura natural de un diario, ¿es posible? Pienso que si el poeta quiso,
sinceramente, verter en él aquellos aledaños de la poesía que no terminan en el
discurso poético, pero que pueden fundirse en la prosa, tendrá alguna razón de
lectura. Espero que no sea un producto montado ad hoc, porque los diarios d e
calidad y puros en la literatura española escasean.
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NI DIARIO ni diarivela, ¿y si como dice Antonio Colinas, estos libros son
tratados?A pesar de que Quevedo otorgaba más importancia al libro y consideraba
el tratado con menor envergadura, un proto-libro, me agrada más ese membrete para las páginas
que no saben dónde se dirigen, que no tienen forma preestablecida, pero que
comparten un sustrato conceptual común o una cosmovisión que va nutriéndose de
las propias reflexiones. Un tratado, como dice Covarrubias: “El libro donde se
tratan algunas materias”; o Autoridades: “Se
llama al escrito o discurso que comprehende o explica las especies tocantes a
alguna materia particular”. Claro, ¿qué materia, la vida, el arte? Quizás el
tratado lo que haga es enderezar en un haz distintas materias, precisamente
esas dos materias que, si se ungen entre sí, jamás podrán definirse
indistintamente.
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ESTOY respirando cerca del mar,
casi dentro de las aguas. Lo hago lentamente y desde hace bastante tiempo. La
respiración fluye cada vez más y su sonido, el sonido breve de un leve sonido, va
inundando la armonía de los pulmones. Contengo el mundo y lo expulso, el mundo
me contiene y me olvida, accede y se marcha, recorre la horizontalidad que soy
y se desnuda tras armonizar la luz respirada. Una vez y otra vuelvo a repetir
el ejercicio con variaciones que no impiden su continuación. Una y otra,
intimido al mundo despedazándolo en mi interior, pero lo devuelvo con parte
de mi esencia. Esa esencia habitará en otros, en la naturaleza plena del
silencio y tengo la certeza, poseo el convencimiento, de que en algún momento
del que no tendré conciencia, el mundo seré yo en otro ser.
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HOY la lluvia ha devuelto al horizonte un gris
de lino. Y ha lastimado las plantas dormideras del secano. También ha devuelto
a los montes resecos la vigorosidad y el volumen. Y todos, en efecto, hemos
acordado que su presencia ha sido una acción del hondo meditar de la tierra.
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AYER estuve hablando con el poeta
J.S.M. sobre esto y aquello. Lo hicimos en verso suelto y rima libre. Reímos,
dijimos un par de improperios, pero siempre con la intención de mundanizar, como antiguo, la
poesía. Estuvimos imaginando, aunque nunca lo dijéramos, la hechura de una isla
y de un desierto. En ellos era posible tener la certeza, la preclara, transparente y silenciosa certeza de qué es la literatura. Lástima que, no
siempre, lo imaginado pueda ser verbo, pero, en lo ausente, creo que nos dijimos
muchas verdades que retumba aún en la bóveda de armonía.