viernes, 2 de septiembre de 2011


ACABO de leer que el poeta J..A.V. llevaba un diario anónimo y que se ha preparado una edición del mismo. Ahora parece que el diario se va a convertir en uno de los documentos más valiosos de su obra y estoy seguro de que muchos saldrán a elogiarlo y a decir sus virtudes. He podido leer algunas páginas que se han adelantado en un suplemento cultural, ciertamente es un diario.
La armonía encerrada en la escritura natural de un diario, ¿es posible? Pienso que si el poeta quiso, sinceramente, verter en él aquellos aledaños de la poesía que no terminan en el discurso poético, pero que pueden fundirse en la prosa, tendrá alguna razón de lectura. Espero que no sea un producto montado ad hoc, porque los diarios d e calidad y puros en la literatura española escasean.

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NI DIARIO ni diarivela, ¿y si como dice Antonio Colinas, estos libros son tratados?A pesar de que Quevedo otorgaba más importancia al libro y consideraba el tratado con menor envergadura, un proto-libro,  me agrada más ese membrete para las páginas que no saben dónde se dirigen, que no tienen forma preestablecida, pero que comparten un sustrato conceptual común o una cosmovisión que va nutriéndose de las propias reflexiones. Un tratado, como dice Covarrubias: “El libro donde se tratan algunas materias”; o Autoridades: “Se llama al escrito o discurso que comprehende o explica las especies tocantes a alguna materia particular”. Claro, ¿qué materia, la vida, el arte? Quizás el tratado lo que haga es enderezar en un haz distintas materias, precisamente esas dos materias que, si se ungen entre sí, jamás podrán definirse indistintamente.

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ESTOY respirando cerca del mar, casi dentro de las aguas. Lo hago lentamente y desde hace bastante tiempo. La respiración fluye cada vez más y su sonido, el sonido breve de un leve sonido, va inundando la armonía de los pulmones. Contengo el mundo y lo expulso, el mundo me contiene y me olvida, accede y se marcha, recorre la horizontalidad que soy y se desnuda tras armonizar la luz respirada. Una vez y otra vuelvo a repetir el ejercicio con variaciones que no impiden su continuación. Una y otra, intimido al mundo despedazándolo en mi interior, pero lo devuelvo con parte de mi esencia. Esa esencia habitará en otros, en la naturaleza plena del silencio y tengo la certeza, poseo el convencimiento, de que en algún momento del que no tendré conciencia, el mundo seré yo en otro ser.

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HOY la lluvia ha devuelto al horizonte un gris de lino. Y ha lastimado las plantas dormideras del secano. También ha devuelto a los montes resecos la vigorosidad y el volumen. Y todos, en efecto, hemos acordado que su presencia ha sido una acción del hondo meditar de la tierra.

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AYER estuve hablando con el poeta J.S.M. sobre esto y aquello. Lo hicimos en verso suelto y rima libre. Reímos, dijimos un par de improperios, pero siempre con la intención de mundanizar, como antiguo, la poesía. Estuvimos imaginando, aunque nunca lo dijéramos, la hechura de una isla y de un desierto. En ellos era posible tener la certeza, la preclara, transparente y silenciosa certeza de qué es la literatura. Lástima que, no siempre, lo imaginado pueda ser verbo, pero, en lo ausente, creo que nos dijimos muchas verdades que retumba aún en la bóveda de armonía.