martes, 6 de septiembre de 2011


APENAS cuando vaya a la muerte, solo quiero tener tu recuerdo. Con eso me basta y con eso anunciaré las proclamas más elevadas de la existencia.

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QUISIERA morirme como una cadencia de Mahler, reverberando en la melancolía, ascendiendo a la luz por la escalinata de los sauces. Quisera morirme ahora y dejarlo todo de repente, dejar intactos los deseos. Qué más da que uno muera o que uno termine por desaparecer como lo hacen las entrañas y los contrabajos. Como un violín mojado, que atraviesa con su cuerpo las anchas laderas de la música quiero morirme. Lo quiero sin precedentes, llegado de un golpe en tierra. Lo quiero cuando sea, en tiempo subjuntivo. Lo anhelo, a veces, cuando escucho, como ahora, perplejo, a Armonía ensillando el reino de lo bello.

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TODO esto, es decir, toda esta mugre de ambiciones que viene deL ser humano, ¿para qué? Creo que el humano embosca al ser en ambiciones que no deberían ocupar nunca las preferencias ineludibles.