EL
primer gozo se cante y sea ciego contemplarla, que se diga el placer no gozado de lo
fenecido. El segundo gozo es de cantar contra la voz más triste y ajena donde
existe el amor pero no los amantes; sea el tercer gozo oído y entornado en la
espesura de la confusa niebla del bosque, habitante profundo del vacío de los
límites; en el cuarto menos claridad, la palabra fuerza su existencia y la
virtud del silencio es un auspicio verdadero; quinto y gozado en el espejo, con
los sentidos mostrándose sinestésicos; ya en el sexto gozo es la muerte vida
pero aun el canto quiere permanecer resistiendo y en el séptimo, en el séptimo
gozo de la crudeza, el final gozoso nombrado, que proviene de una tierra, que
proviene de una muerte, que solo de un hombre fueron poseídas jamás en sus
riquezas.
***
…viendo el no ver y procurando perder lo que
nunca poseo.
***
HAY
una intuición, un presagio, un estado oracular. Luego, un breve encuentro que
turba y deja sin sentidos. Solo después, sin haber vivido en su seno, deseamos
volver su rostro boca arriba, pero se escapa, desfigurada, la palabra
tremebunda que atisbamos.