LA creación y la reflexión son vasos comunicantes en la poesía. La palabra poética es el encuentro de una revelación que, de profunda y misteriosa, solo es intuída, íntimamente sugerida. Participar de ella es gracia de la inteligencia, pero de la inteligencia de la poesía, no del poeta. Por eso el poeta es transparente, limpio, brota de la claridad. El aspirante a poeta es un ser todavía ahumado por el cimbreo de la palabra pura que aún lo sopesa.
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