SEGUIRÉ escribiendo, sea cual sea, la
condición que me abrigue. Como en el “Cuaderno de Leonardo”, que ya está casi
finiquitado. Será en silencio, en la casa de tiempo y silencio recluido, en la
casa que es bosque. En el sol del serrallo en que los miembros se hacen tristes ritmos y
lenguas de fuego. Allí, seré allí todo lo deseante, lo que verdea incandescente
y me hace, al fin, en la palabra.
TODO me lleva, cada vez más, a la
afirmación, al centro. Los senderos se hacen con el tiempo más claros y más difíciles
de abandonar. Enormes infinitos, desmedidos horizontes en que anegarse. Como le sucedía a Glenn Gould con el Steinway,
no quiere el poeta valerse de la palabra, quiere ser la palabra misma.
¿SERÁN
la sinceridad y la reverencia dos condiciones inexcusables para poeta?
TOMARÉ sus palabras como evidentes rostros
que no advierto. Soy consciente de las torpezas y de mis debilidades, mas sigo
siendo en el azul de los cielos que la música habita, en el ritmo profundo del
color de la noche, en el fuego con su aire en lucha permanente, en la gracia
que no admite corona, en unas ascuas de deseo vivo.
PORQUE la literatura es ensanchamiento del ser.