HOY observo a E. con detenimiento. Imagino que su mirada se vuelca, por vez primera, sobre los objetos y los rostros que la rodean. A pesar de que no pueda, aún, perfilar las figuras en sus retinas, pienso en la metáfora y en Platón y en la circularidad a la que estamos sometidos por el mundo especular en que vivimos. Entiendo que existen muchas analogías entre la vida que se inicia y la que termina, incluso la que se cree vigorosa y candente por la juventud. Todas las etapas pertenecen al mismo ciclo, al tiempo de las sombras, in ictu culi, como en el cuadro de Brueghel en que las tres edades son sola una y todas las estaciones de lo vivido. Aunque estas líneas surgieron de la contemplación de E. sobre los objetos y los rostros, pues los mra como si estuviera observando nada y todo, sin entender abiertamente qué reside tras esas figuraciones borrosas que le hablan, recitan o animan. ¿No es esa acaso la vida misma?