viernes, 25 de mayo de 2012

ME resisto, pues creo que todo es un movimiento perpetuo, que todo es transmutación de la materia en esencia y de la esencia en materia. Realidad y esencia, ¿no son el haz y el envés de un mismo fenómeno? Rafael Sanzio nos dejó una lección en la pintura titulada La scuola di Atene: hay está todo cifrado; en ella estamos figurados, en los dos personajes que sostienen el Timeo y Ética a Nicómaco. Es la necesaria complementación entre Física y Metafísica lo que tratamos. No hay una realidad primera y luego otra, en una coordenada espacio-temporal, sino una vivificación de la esencia al unísono, concertada: el poético conocimiento inteligible.         

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HOY nos visitan M.J. e I. Nuestros amigos confirman en sus rostros nuestro embelesamiento. Junto a ellos hemos crecido sentimentalmente y con E. parece que los cuatro hemos alcanzado otra faceta de una palabra inmensa y necesaria: amistad. 
Hablo con I. de literatura. Él es escritor; ha escrito ya, si no me ha guardado ningún dato, seis novelas, todas inéditas. En estos meses se encuentra en plena redacción de la última creación, de la que no me adelanta nada, por supuesto. Dialogamos sobre la falsedad de los literatos y me comenta que todo le parece una pantomima en la que los escritores son títeres y personajes de la comedia del arte. Lo admiro en muchos aspectos, sobre todo en su empecinado sentido recto del compromiso literario: escribe sin más ni más, pues I. no pertenece a grupúsculo alguno que elogie lo que hace a poco que lo muestre. Su obra es convicción propia, nada más y nada menos. Con I. puedo dialogar sobre literatura con placidez. Me comenta sus lecturas, habla de Nietzsche apasionadamente y me alecciona sobre fotografía y Shopenhauer. A veces, dialogar es una fecundidad inmensa y perpetua.

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OS imagino juntos en el centro indudable.