viernes, 20 de enero de 2012


DICE Wiesenthal que los viejos maestros serán reliquias sagradas. Añade a sus palabras, cargadas de verdad, emoción y misterio, una certidumbre que señala el  sentirse privilegiado por haber mantenido un diálogo continuo con Tólstoi, mientras sus contemporáneos eran ya preteridos con estos autores que consideraban antiguos y arcaicos. 
Me pregunto, ante esta disyuntiva que plantea Wiesenthal, ¿no suceden estas disquisiciones en todas las épocas, en esta hora de la poesía?
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 UN miedo profundo, universal, silencioso, que me recorre y fustiga porque me encuentro ante lo infinito; una lectura que  me inmoviliza y que me hace llorar de emoción, llorar plenamente, con lágrimas de un azul del serrallo.

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TRAS leer los últimos pasajes, ¿quien soy y quién me precede? ¿Qué causa me mantiene en la vida?