DICE Wiesenthal que los viejos maestros serán reliquias
sagradas. Añade a sus palabras, cargadas de verdad, emoción y misterio, una certidumbre que señala el sentirse privilegiado por haber mantenido un diálogo continuo con Tólstoi,
mientras sus contemporáneos eran ya preteridos con estos autores que consideraban
antiguos y arcaicos.
Me pregunto, ante esta disyuntiva que plantea Wiesenthal, ¿no suceden estas disquisiciones en todas las épocas, en esta hora de la poesía?
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UN miedo profundo, universal, silencioso, que me recorre y fustiga porque me encuentro ante lo infinito; una lectura que me inmoviliza y que me hace llorar de emoción, llorar plenamente, con
lágrimas de un azul del serrallo.
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TRAS leer los últimos pasajes, ¿quien soy y quién me precede? ¿Qué causa me mantiene en la vida?