domingo, 29 de enero de 2012


PIENSO ahora que existen distintos tipos de sensibilidades. Unas se recrean en sus propios límites, es decir, se deleitan con ellas mismas, normalmente por acumulación. Son vastas compilaciones memorizadas, pero rara vez, ofrecen creaciones trascendentales. Otras están soterradas por el silencio, imbuidas en los pocos aspectos que llegan a intuir. Sin embargo, si esta sensibilidad es creadora, lo hará trascendiendo a diferencia de la primera. Puede alguien acumular los datos de una enciclopedia, escribir dos o tres tesis doctorales, hablar varios idiomas, pero no ser capaz de crear. La creación es otra condición distinta a la sabiduría.  
  
[CUANDO termino de escribir estas líneas, me detengo  en dos hiperónimos que pudieran incluir y resumir, al mismo tiempo, estos conceptos tan vagamente expuestos. SABIDURÍA y CONOCIMIENTO. Los primeros son sabios, pero no tienen por qué conocer. Los segundos son conocedores y el conocimiento siempre es insuficiente. Recuerdo, además, que los filósofos griegos, sobre todo Platón, renegaban de la palabra "sabio" y preferían, así, ser nombrados como perseguidores del conocimiento. De esta forma, considero que los que buscan el conocimiento no buscan verdades absolutas, sino que escriben siempre con la palabra que descubre, verbo candente,  desde lo inagotable, lo luminoso velado.]  
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ESCUCHO a Ligeti. M.C. acaba de salir a dar un paseo. Yo estaba leyendo a Wallace Stevens, unos versos luminosos del poema titulado “Of Mere Being” que me habían dejado pensativo: “The palm at the end of the mind./ […] Signs in the palm, without human meaning,/ without human feeling, a foreign song.”
Las palabras, por momentos, se iban encontrando con la música, “Lux aeterna”, the palm at the end…, sin significados de lo llanamente humano, como una canción extraña a la vida. Disonancias tonales, eterna luz, luz sin significado, luz sin referente, al final del entendimiento, donde no habita la razón humana, donde suenan fugitivos los acordes encontrados. 
Otros versos de Stevens devienen  de la memoria, pertenecen a The auroras of Autumn: “Here, being visible is being white,/ is being  of the solid of white, the accomplishment/ of an extremist in an exercise…” Y me recuerdan al poeta A.C., lo blanco de lo blanco, el cuerpo de lo blanco en la noche extremada.      
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Y Novalis, un verso de Novalis en el poema “La poesía” (“Das Gedicht”): “un silencioso deseo en una pálida luz”.
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BRAMHS escribió su deliciosa “Canción del destino” justo cuando terminó de leer el pasaje en Hiperión, de Hölderlin. La composición le vino dada casi al completo. Cosa parecida le ocurrió a Mendelssohn con las obras que compuso basadas en los textos de Goethe. “Mar en calma y próspero viaje”, de Mendelssohn, compositor que pretendía interpretar su música de coro en la naturaleza misma, hacer de la música un elemento musical más, armonizado y armonizante.