EN cualquier caso, nos queda el hogar. Ítaca doméstica que
recoge el mundo para nosotros. La heroicidad del hombre actual debe consistir,
si es que existe, en mantener la fidelidad a su hogar. Fuego secreto, interno.
En él, ni el tiempo, ni la desmemoria, ni los otros. Solo el
amor y lo privado, quizás el aire profundo que invade la consciencia. Allí,
allí es donde somos más realidad y más ficción que en ningún otro sitio, justo
donde el mundo se concentra y se concilia en lo interno. He recibido la gracia
de la luz al mirarme a los ojos, les has dado la certeza de la vida.