miércoles, 11 de enero de 2012


EN cualquier caso, nos queda el hogar. Ítaca doméstica que recoge el mundo para nosotros. La heroicidad del hombre actual debe consistir, si es que existe, en mantener la fidelidad a su hogar. Fuego secreto, interno.
En él, ni el tiempo, ni la desmemoria, ni los otros. Solo el amor y lo privado, quizás el aire profundo que invade la consciencia. Allí, allí es donde somos más realidad y más ficción que en ningún otro sitio, justo donde el mundo se concentra y se concilia en lo interno. He recibido la gracia de la luz al mirarme a los ojos, les has dado la certeza de la vida.