martes, 3 de enero de 2012

 LAS primeras líneas  del nuevo volumen se dirigen hacia una cuestión que no intuía. Quiero decir  que la escritura es desvelo del ser y que, por mucho que la intuición se haya tomado como un axioma o una explicación de ese desvelo, la literatura siempre ofrece una realidad desconocida, ni siquiera intuida para el escritor. Por lo que pensar que el escritor está determinado por los avatares sintácticos de la lengua es un silogismo. Los presocráticos denominaban esta forma de conocimiento aletheia y creo que, con este término, la poesía ha encontrado un vocablo que define su funcionamiento o que, al menos, dirige la atención del lector-creador.      

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PLATÓN conminaba, en República, a predisponer el espíritu a la música, pues ella precipita la llegada de la belleza a nuestra alma.

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PALABRA de poeta que vaya a los más alto; que no sufra compañía, ni siquiera la de su naturaleza,; que cante al aire y que en el aire sea; que no tenga color alguno, que sea transparente y que cante suave y dulce con la claridad asumida del silencio.