sábado, 14 de enero de 2012

YA habita entre nosotros y así lo concebimos. Percibir su existencia entraña una sensación vital que nunca antes había soportado con una felicidad parecida a esta. Quizás esta misma sensación estoica y plena se está apoderando del nacimiento de mi hija, a quien comienzo a imaginar ya presente y ya respirando.
Una hija vivifica la realidad. Vivificamos, por ejemplo, la música de Tosca que estos días carga el ambiente de la casa, e lucevan la stelle…En la garganta de Caruso, Mario Lanza, Domingo o en la versión prodigiosa de Giuseppe Di Stefano.
Los tres, en la tranquila tarde de este invierno en que compartimos el silencio amniótico de nuestra hija, disfrutamos de la música en la bóveda cerrada de la belleza cierta.  
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EL otro día, alguien me preguntaba por todos los fenómenos de la literatura e Internet. La bitácora y el libro de papel, el libro electrónico…Como el tema me aburre en demasía, el interlocutor quiso conminarme a que le ofreciera una respuesta clara y personal. Únicamente le dije algo en lo que creo y que, todos los días, me hace situarme en la tesitura del abandono de lo público para replegar las velas a la intimidad: “Solo creo en la palabra, la Literatura es una”.