domingo, 2 de octubre de 2011


LA poesía aspira a ser un hápax.

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Y toda ella es metalepsis de lo figurado.
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ESCRIBE Mircea Eliade en Lo sagrado y lo profano: “Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente del de las realidades naturales”. Si esto lo trasvasamos a la literatura, es harto fácil establecer no pocas analogías. Por ejemplo, en Diario íntimo, de JAV, se encuentra uno con cabriolas de este corte : “El espíritu es la metáfora de la infinitud de la materia”. De tal manera que podríamos llegar a sentenciar que la realidad que uno toma por supuesta es el límite de lo que somos capaces de imaginar como realidad. Su cortedad es la altura de nuestro pensamiento. 

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EL poema no debe entrar en el hoy o en el ayer, debe hacerlo directamente en la memoria. No debe definir qué es el amor y sus vericuetos, sino ser el amor mismo. La poesía no debe presentarse anhelando el verso, el ritmo, la palabra, debe ser poema mismo y todo él.