SÉ que ya eres y con eso me
basta. Me basta para entender que la finitud de la vida es lo que le confiere
su esencia; sé que tu umbral pertenece a los adentros y que con tan solo
soñarte permites el amor. Ya eres fin y permanencia, inicio de lo dulcemente
traído por la convicción del amor. La transformación del amante, la amada en el
amado transformada y el fruto cierto que prescinde de toda pereza material que
nos asiste.
***
TE he contemplado plural y de
esmeralda, asistida por el soplo de los soles talados. Recostada, mientras tu
cuerpo era cariátide de sal, mientras sostenías la vida en los azules de
Estambul. He valorado todo lo que nos rodea como una travesía sin horizonte; he
juntado las manos como quien solicita un imperio a sus ojos. Y nada se ha
dictado a lo lejos, ha sido un áspid, una leve y brumosa melodía de astro
vencido.
***
ESTA tarde he permanecido en
fuga. Me he preparado un spritz y he
recontado a los que, en la vida, hasta el momento, han sido dadores de emoción. Por unos instantes, me he soñado en Trieste, sentado en el café de la
Plaza de la unidad de Italia, justo en el lugar en que conversé con Caludio
Magris.
El colorido de la bebida quedaba fundido con la bora que brotó de no se sabe qué furia
del Adriático. Nos llovió, pero no quisimos deshacernos de los ocres y las
petunias.
***
HE CONVERSADO con R.G. después de
tanto. Lo he hecho con la emoción de quien confirma una pérdida, una ausencia en sus días.
Obviamente, sus palabras eran oxígeno y los encuentros diarios otorgaban a la
jornada una pátina de soportable levedad que anhelo con premura. Son seres
extraordinarios, con los que pocas veces nos encontraremos en la vida.
Eso mismo me ha pasado en esta
semana con alguien más a quien mantendré en el anonimato, -porque nuestro
diálogo es continuo y secreto, llegó sin ser notado-, bajo el amparo de la
noche de Virgilio, de la búsqueda del origen de las ínsulas extrañas y los matices como en un acuífero
en que buscamos el mineral brillante de la verdad otorgada. ÁlotliS.
Al cabo de unos minutos, me llama
M.A.G.P. y me convoca con la felicidad de la noche estrellada y del canto en
libertad de los pájaros. Me lo cuenta todo, -su estancia en Lanzarote-, como si
estuviera narrándome un pasaje rupestre o un fragmento de una novela pastoril.
Cuánto me alegran estas conversaciones esporádicas; jalonan el discurrir
fracasado y sinsentido de los días, de los días que se agolpan con las voces de
los seres queridos.
***
CADA vez que uno comience a escribir, debe ser un
acontecimiento.
***
RECUERDA J.A.V en Diario anónimo un
pasaje de Platón en El segundo Alcibíades, que es inmenso: “Todo el arte de la
poesía es por naturaleza enigmático”.